Desde un alud
de barros hasta ese paisaje de tipas y cañadas, incluyendo la marea que se
tragó amores, amigos, vecinos, su poesía no se guarda nada, y en tres, seis
líneas es capaz de mover figuras dentro de un paisaje que, sabemos, es el mundo
diseñado por la especie. Griselda los describe “con los dientes estirados… como
perros hambrientos en la estepa”.
Ella
se da el gusto de retorcer el siglo hasta la última gota –el que se fue y el
que ahora nos vive-; ella despliega laberintos, se pierde a propósito y cuando
creemos que ya no hay más por decir otro paso y nos encontraríamos con la bala
de frente, pega una vuelta de tuerca y nos desgaja el secreto en las narices.
Secreto que todos conocemos, pero que sólo el poeta es capaz de ponerlo en voz
alta. Y ella sigue adelante estallando granadas –palabras- por cales y plazas,
sólo, para que los fogonazos nos permitan ver lo que en la oscuridad está
sucediendo.
Los versos de
Griselda irrumpen desde lo más hondo y saltan como las olas, plenos de savia,
corriendo veloces hacia la tierra, aún sabiendo que su único destino será
estrellarse contra las rocas. Otros, se elevarán también, majestuosos,
fatalmente perfectos, pero quedarán ahí, estáticos para siempre. Coronados de
espuma en un ademán de ascenso interminable: belleza perenne, “nunca
renunciantes”.
Razón que condensa en
la última línea: “Fallo sin más/ Escribo, grito y canto”.
Reyna Carranza
Mayo de 2005
EDICIONES DEL BOULEVARD
Link para ver nota "GRITOS DEL CUERPO" http://archivo.lavoz.com.ar/2005/1025/suplementos/cultural/nota365404_1.htm
Link para descargar Libro "Náufragos de palabras"
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