miércoles, 30 de enero de 2013

Vigías en Sombra (1988)







Extractos del prólogo de María del Carmen Suárez para “Vigías en sombras”

El poema altera lo real, realiza mutaciones, agiganta imágenes de lo que percibimos, transgredí las leyes de la cotidianidad irrumpiendo en zonas vedadas. El poema es liberador y enigmático.
            Griselda Gómez se ampara en el reverso de las cosas, y desde allí atisba el universo, rememora la niñez, encandilada por su resplandor…
… El poeta gira en tono a obsesiones, en este caso, Griselda fluctúa entre la diáfora de la infancia y la lúcida y dolorosa certidumbre del adulto, que para recuperar los territorios fantásticos, viaja al país de la magia, se pierde en laberintos, en malezas, donde enanos, saltarines y muñecas se mezclan en un baile de máscaras. El disfraz permite ser otro, pasar de mendigo a rey, de sacrificado a poderoso…
…Esta joven poeta ha creado un mundo emblemático, de signos y señales, que conforman un sitial. Ella ha penetrado un reino diferente, volviendo a un sueño donde los opuestos se pliegan hasta ser una totalidad.
“Arrójame al circo”, escribe desde la lúdica postura de alguien que requiere clemencia ante un universo de horrores, buscando la inocencia, atravesando los dominios del deseo, la rebeldía de los cuerpos en fábulas de sexo y penumbra…
Griselda transita desde estos personajes la luz y sombra de la poesía, acciona una palanca para regresar desde la aventura poética al mundo de todos los días, al escenario con figuras que desequilibran lo armónico. Después de horadar la oscuridad, el caos, intenta recuperar la unidad, la iluminación de ver la cúspide de su destello…
Una de las claves de este inquietante libro es, quizás, la del poema “Conjuros”…
La esencia del libro se conecta con las claves de este final de siglo, es la reverberación de una época, la visión particular y el deseo de alguien que se filtra por los intersticios de la palabra y por medio del poema establece un vínculo con sus semejantes.
            Griselda Gómez ha concretado un ritual, ha repetido un antiguo acto, se ha despojado frente al espejo de la poesía de toda vestidura, para ser sólo alguien que indaga el misterio, y nos ofrece la fascinación de sus poemas, la belleza cruel, de la revelación profunda que un vigía rescató de las sombras…


María del Carmen Suárez
Buenos Aires, 1988