martes, 18 de junio de 2013
domingo, 24 de marzo de 2013
Andalucía Nueva Ignara (2013)
A BORDO DE PIES
Corro corro corro /Porque la vida es
villana, virtuosa, vil / Allí donde el exilio de cuántas penas / Las historias
se mezclan / La voz no escribe / La orina del miedo, el pedal de la Singer, los
recuerdos / Digo que hablo pero escribo.
Son el manojo
de algunos de los indicios con los que Griselda Gómez construye su imagen del
mundo. Un mundo en el que va y viene el recuerdo de Andalucía, Córdoba, desde
una primera persona del singular, pero también desde una voz colectiva,
nuestra. Derrame de historia que pluralmente va diciendo: no me lo contaron, juntos buscamos, ellos lo hacen por no olvidar.
Va y viene el
recuerdo de jugarse y juzgarse.
Derrame de un yo que asume la voz y grita por todos los que no abdican. Porque,
afirma, nadie puede lo que calla.
Griselda Gómez
con las palabras hace puentes, cruza, arma y desarma imágenes cargadas de
significación. Todo adquiere en lo escrito un impulso lírico que es apremiante
emoción, conciencia de soledad y percepción del tiempo.
Porque de lo
que se trata es de seguir viviendo, tanto en primera del singular como
colectivamente. Para ello hay que empezar a exorcizar el mundo, arrancarlo de
la docta e ignota apariencia y
convertirlo, como hace toda poesía, en una nueva realidad, traspasando el umbral,
convocando a los viejos poderes, reviviendo la liturgia verbal, diciendo la
palabra de vida.
María Laura Fernández
La Plata, 2012
EDITORIAL BABEL
viernes, 15 de febrero de 2013
jueves, 14 de febrero de 2013
miércoles, 13 de febrero de 2013
Flores del Bien (2008)
Esta música certera capaz de herirnos de rabia y de impotencia, esta maldita música que vivirá por siempre entre nosotros, escupiendo injusticias de cuerpos ausentes, moradas silenciosas. Esta música resonante, única y bulliciosa mutará suavemente desde el blanco pañuelo y la otra furia para oler entre caricias, la primera esencia de la vida, el perfume.
NARVAJA EDITOR
Link para acceder a Flores del Bien
martes, 12 de febrero de 2013
Náufragos de palabras (2005)
Desde un alud
de barros hasta ese paisaje de tipas y cañadas, incluyendo la marea que se
tragó amores, amigos, vecinos, su poesía no se guarda nada, y en tres, seis
líneas es capaz de mover figuras dentro de un paisaje que, sabemos, es el mundo
diseñado por la especie. Griselda los describe “con los dientes estirados… como
perros hambrientos en la estepa”.
Ella
se da el gusto de retorcer el siglo hasta la última gota –el que se fue y el
que ahora nos vive-; ella despliega laberintos, se pierde a propósito y cuando
creemos que ya no hay más por decir otro paso y nos encontraríamos con la bala
de frente, pega una vuelta de tuerca y nos desgaja el secreto en las narices.
Secreto que todos conocemos, pero que sólo el poeta es capaz de ponerlo en voz
alta. Y ella sigue adelante estallando granadas –palabras- por cales y plazas,
sólo, para que los fogonazos nos permitan ver lo que en la oscuridad está
sucediendo.
Los versos de
Griselda irrumpen desde lo más hondo y saltan como las olas, plenos de savia,
corriendo veloces hacia la tierra, aún sabiendo que su único destino será
estrellarse contra las rocas. Otros, se elevarán también, majestuosos,
fatalmente perfectos, pero quedarán ahí, estáticos para siempre. Coronados de
espuma en un ademán de ascenso interminable: belleza perenne, “nunca
renunciantes”.
Razón que condensa en
la última línea: “Fallo sin más/ Escribo, grito y canto”.
Reyna Carranza
Mayo de 2005
EDICIONES DEL BOULEVARD
Link para ver nota "GRITOS DEL CUERPO" http://archivo.lavoz.com.ar/2005/1025/suplementos/cultural/nota365404_1.htm
Link para descargar Libro "Náufragos de palabras"
Link para descargar Libro "Náufragos de palabras"
lunes, 11 de febrero de 2013
domingo, 10 de febrero de 2013
Condenados del Vacío (1998)
He concebido
este libro bajo la idea de hospicio. A modo de observación pude abordar los
límites, de los que ninguno de nosotros estamos a salvo.
La locura, el
amor y el destierro, conformando una trilogía que hurga en la razón de sentir.
Condenados
del vacío como metáfora, es un manifiesto donde convergen parte del
entendimiento, fragmentos de ideología y un camino inexorable: las
bifurcaciones del poema que se nace, se sucede y habrá de dar coletazos en un
final distante.
La mutación
de lo patético a lo poético, creo, no fue en vano.
Me adueñé de
estas páginas del principio al fin con el propósito de transmitir sin márgenes,
bajo mi entera responsabilidad. Por lo que cualquier imagen o aún línea que
carezca de ella y se suponga representativa de espacios y tiempos reales,
deberé rebatir con el argumento que sólo es casual.
Ante todo, el
que oficia en la palabra, observa y desarrolla, tomando de la realidad o
abstraído de ella.
El poema
siempre otorga la posibilidad de infinitas y diferentes lecturas. Al crearlos
sólo tuve una: intenté plasmar estados interiores. Fue entonces cuando entendí
que traerlos a luz era una causa justa.
Ella consiste
en haber aprendido a estar de frente al propio espanto y con el espanto/tabú de
quienes estamos fuera de un mundo que algunos sospechan, muchos padecen y la
gran mayoría estigmatiza.
La primera
vez que tuve la idea de hospicio supe de la urgencia de escribirla. De algún
modo debía este libro a quienes pudieron compartir esa idea. Pero también debí
decirles de está causa, a los del otro lado de las rejas, a los “libres” que
fueron intoxicando las palabras, a los vapuleadores consternados, espías sin
ideologías, fantoches del psicoanálisis y de las pitonisas, presos de sus
cabezas de importación, con las casas frías y los supuestos órdenes. Aturdidos
con sus pobres placeres, sórdidos y acostumbrados al ejercicio de las
estructuras. Bribones de la opulencia que viven señalando, histriones
académicos, tediosos, indirectos, inquisidores vulgares, ladrones de historias
ajenas, suspendidos, incapaces del salto. Tapados de las instituciones.
Inestables y mordaces, invasores redimidos, creídos y curados, ¿curados?
No obstante,
habría que disculparlos, pues como escribiera Ciorán: “No se vive, sino por
falta de saber”.
Los que
apostamos, resistiremos, pondremos murallas, levantaremos el corazón y la
cabeza, sólo por estar vivos.
sábado, 2 de febrero de 2013
viernes, 1 de febrero de 2013
Lloviéndome los Ojos (1993)
Cuando Griselda apareció con su
manojo de hojas bajo el brazo, pensé en la confianza que de una u otra manera
depositaba en mí. Hasta ese momento el texto se presentaba como posibilidad.
Luego del vino infaltable, comenzamos a leer. Vi a un ángel y a un demonio
jugar una partida con la baraja imprecisa de nuestros sueños. Vi la escalonada
intención. El trazo de un camino en la vastedad de lo infinito.
Caminé
con ella desnudo y sin vergüenza, percibiendo en cada descanso la contundencia
de una hoguera.
Griselda
crecía desde el fondo de las entrañas de un corazón de piedra incandescente,
quebró la superficie aparente del suelo y se elevó como un monte para mirarnos
desde la memoria del tiempo.
A
quien se asome a este texto, debo decirle a modo de advertencia que habrá en
sus poesías imágenes náufragas, conjunciones, frases que maldicen toda
construcción engañosa cuando en ello hay un corazón ausente. Por ella seremos
brutalmente acosados y juzgados por su voz.
Somos
todas las cosas que existen, tras toda proximidad se huele la irremediable
distancia, como un náufrago que dialoga con la noche.
Volveré
a mirar siempre con otros ojos, a recorrer como melancólico amante el texto que
me envuelve y sabré que mis ojos hallan el mismo instante en que vuelven a construir
lo ya escrito, la furia del tiempo.
Son palabras pienso, viejos
trazos que al encadenarse develan universos. Palabras capaces de morder al
silencio en el extraño límite entre él y lo otro, entre la voz hablada y la voz
silenciosa.
Somos
capaces de todas las cosas, aún aquellas que al negarse se afirman
“ya no escribo, ni pienso, blasfemo una y otra vez”
Y de saltar sin otro pensamiento
que en el de adentrarse en uno mismo y desde allí al universo que reunimos.
Pensé
acerca de lo inútil. Miraba desde la ventana sin otra intención que el descanso
de mis ojos. Concebí estas palabras de otro modo. Olvidé lo que siempre he deseado olvidar y abandoné mi texto que
intuía violento y solitario.
¿Acaso
puede faltarle algo a una poesía que se ha vuelto poema?
Intento
respetar mi corazón y sólo puedo decirme a mí mismo: que soy amante de todo
texto que me induzca a abandonarme en él como un amante. Fue a partir de esto
que decidí que estas palabras fuesen sólo la extensión de un abrazo.
Gonzalo Vaca Narvaja
Córdoba, abril de 1993
EDITORIAL LATINOAMERICANA
jueves, 31 de enero de 2013
miércoles, 30 de enero de 2013
Vigías en Sombra (1988)
Extractos
del prólogo de María del Carmen Suárez para “Vigías en sombras”
El poema
altera lo real, realiza mutaciones, agiganta imágenes de lo que percibimos,
transgredí las leyes de la cotidianidad irrumpiendo en zonas vedadas. El poema
es liberador y enigmático.
Griselda
Gómez se ampara en el reverso de las cosas, y desde allí atisba el universo,
rememora la niñez, encandilada por su resplandor…
… El poeta
gira en tono a obsesiones, en este caso, Griselda fluctúa entre la diáfora de
la infancia y la lúcida y dolorosa certidumbre del adulto, que para recuperar
los territorios fantásticos, viaja al país de la magia, se pierde en
laberintos, en malezas, donde enanos, saltarines y muñecas se mezclan en un
baile de máscaras. El disfraz permite ser otro, pasar de mendigo a rey, de
sacrificado a poderoso…
…Esta joven
poeta ha creado un mundo emblemático, de signos y señales, que conforman un
sitial. Ella ha penetrado un reino diferente, volviendo a un sueño donde los
opuestos se pliegan hasta ser una totalidad.
“Arrójame al
circo”, escribe desde la lúdica postura de alguien que requiere clemencia ante
un universo de horrores, buscando la inocencia, atravesando los dominios del
deseo, la rebeldía de los cuerpos en fábulas de sexo y penumbra…
Griselda
transita desde estos personajes la luz y sombra de la poesía, acciona una
palanca para regresar desde la aventura poética al mundo de todos los días, al
escenario con figuras que desequilibran lo armónico. Después de horadar la
oscuridad, el caos, intenta recuperar la unidad, la iluminación de ver la
cúspide de su destello…
Una de las
claves de este inquietante libro es, quizás, la del poema “Conjuros”…
La esencia del
libro se conecta con las claves de este final de siglo, es la reverberación de
una época, la visión particular y el deseo de alguien que se filtra por los
intersticios de la palabra y por medio del poema establece un vínculo con sus
semejantes.
Griselda
Gómez ha concretado un ritual, ha repetido un antiguo acto, se ha despojado
frente al espejo de la poesía de toda vestidura, para ser sólo alguien que
indaga el misterio, y nos ofrece la fascinación de sus poemas, la belleza
cruel, de la revelación profunda que un vigía rescató de las sombras…
María del Carmen Suárez
Buenos Aires, 1988
martes, 29 de enero de 2013
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