domingo, 10 de febrero de 2013

Condenados del Vacío (1998)



He concebido este libro bajo la idea de hospicio. A modo de observación pude abordar los límites, de los que ninguno de nosotros estamos a salvo.
La locura, el amor y el destierro, conformando una trilogía que hurga en la razón de sentir.
Condenados del vacío como metáfora, es un manifiesto donde convergen parte del entendimiento, fragmentos de ideología y un camino inexorable: las bifurcaciones del poema que se nace, se sucede y habrá de dar coletazos en un final distante.
La mutación de lo patético a lo poético, creo, no fue en vano.
Me adueñé de estas páginas del principio al fin con el propósito de transmitir sin márgenes, bajo mi entera responsabilidad. Por lo que cualquier imagen o aún línea que carezca de ella y se suponga representativa de espacios y tiempos reales, deberé rebatir con el argumento que sólo es casual.
Ante todo, el que oficia en la palabra, observa y desarrolla, tomando de la realidad o abstraído de ella.
El poema siempre otorga la posibilidad de infinitas y diferentes lecturas. Al crearlos sólo tuve una: intenté plasmar estados interiores. Fue entonces cuando entendí que traerlos a luz era una causa justa.
Ella consiste en haber aprendido a estar de frente al propio espanto y con el espanto/tabú de quienes estamos fuera de un mundo que algunos sospechan, muchos padecen y la gran mayoría estigmatiza.
La primera vez que tuve la idea de hospicio supe de la urgencia de escribirla. De algún modo debía este libro a quienes pudieron compartir esa idea. Pero también debí decirles de está causa, a los del otro lado de las rejas, a los “libres” que fueron intoxicando las palabras, a los vapuleadores consternados, espías sin ideologías, fantoches del psicoanálisis y de las pitonisas, presos de sus cabezas de importación, con las casas frías y los supuestos órdenes. Aturdidos con sus pobres placeres, sórdidos y acostumbrados al ejercicio de las estructuras. Bribones de la opulencia que viven señalando, histriones académicos, tediosos, indirectos, inquisidores vulgares, ladrones de historias ajenas, suspendidos, incapaces del salto. Tapados de las instituciones. Inestables y mordaces, invasores redimidos, creídos y curados, ¿curados?
No obstante, habría que disculparlos, pues como escribiera Ciorán: “No se vive, sino por falta de saber”.
Los que apostamos, resistiremos, pondremos murallas, levantaremos el corazón y la cabeza, sólo por estar vivos.

Griselda Gómez
MÓNICA FIGUEROA EDITORA

Link para descargar Libro "Condenados del Vacío" 

No hay comentarios:

Publicar un comentario